La Plaza de la Constitución, conocida popularmente como el Zócalo, es la plaza política y social más importante de la República Mexicana. Este solar capitalino fue por muchos años “propiedad” de Andrés Manuel López Obrador, cuando fue jefe de la administración pública local. El tabasqueño se hacía organizar ampulosas concentraciones en donde era vitoreado.

En días pasados una televisora difundió un programa sobre el Metro de la Ciudad de México, aquí se mostraron todas las desgracias que sufre este sistema de transporte colectivo, que lo usan aproximadamente 4.5 millones de usuarios, y quienes están en constante peligro por las pésimas condiciones en que funciona la motejada popularmente como la “limousina anaranjada” en todas sus líneas.

Luego de asegurar que los electores son objetos negociables, el semanario Desde la Fe que edita la Iglesia Católica, también asegura que los electores  son de  fácil uso para la consecución de la voracidad desmedida y de las ambiciones electorales de los partidos.

Apenas, en días pasados el jefe de Gobierno del Distrito Federal, Miguel Ángel Mancera, subrayó que la deuda pública de la ciudad,  que tiene calificación AAA,  que contraiga la ciudad seguirá siendo respaldada por el Gobierno Federal, y precisó que esto tiene una razón lógica: “La ciudad es la sede de los Poderes de la Unión y en donde se proporcionan todos los servicios urbanos a las representaciones diplomáticas acreditadas en el país”, subrayó.

En días pasados el ex jefe del GDF, Andrés Manuel López Obrador, fue entrevistado en un diario de tendencia universal. La entrevista fue bastante aterciopelada, sin preguntas incómodas o difíciles.

Con motivo de la aprobación en el Senado de la Reforma Política del Distrito Federal, el jefe de gobierno de la Ciudad de México, Miguel  Ángel Mancera Espinosa, estuvo en el llamado carrusel  informativo en estaciones de radio. En uno de los diálogos se refirió a