En este país ocurren muchas cosas y otras tantas dejan de funcionar. Y no es que esas disfunciones sean producto de la casualidad, sino de nuestra incompetencia, o para decirlo mejor, de la incompetencia de nuestros conspicuos funcionarios que cada día están peor de lo que pensábamos. Y es que tampoco se trata de denostar sin razones válidas, simplemente es que si hacemos una lista de esas incompetencias a que me refiero, confluiríamos en que lo malo es infinitamente superior a lo poco bueno que hay en el país. Pero también hay que decir que este país tiene remedio si nosotros, quienes elegimos a los que gobiernan, tuviéramos un poco más de cuidado a la hora de tomar las decisiones mayoritarias, y ese es el principal indicativo que la solución está en nuestra democracia.