El cómplice mayor
Veracruz está que arde por donde se le quiera ver. Y no es que las reseñas de lo que se vive a diario en esa entidad sean exageradas, simplemente es que la realidad ha rebasado cualquier relato acerca de las circunstancias en que se ha convertido la habitualidad de los veracruzanos. Los espeluznantes relatos superan cualquier descripción a que nos tiene acostumbrados la nota roja. Pero lo peor de todo es que el señor Duarte de Ochoa ni suda ni se acongoja, y quizá sea porque le importa un comino lo que sientan sus gobernados ya que él está acostumbrado a la comodidad del poder y a que todos obedezcan sus designios. Veracruz es un infierno y parece que quienes gobiernan no se han dado cuenta de ello.