Sin lugar a dudas el crimen organizado se ha convertido en parte de nuestra cotidianeidad, y creo que seguirá haciéndolo durante mucho tiempo más a causa de la desidia colectiva por hacer crecer nuestra exigencia de leyes más severas para castigar la corrupción, y el consecuente castigo cada tres años contra los partidos que solapen las conductas impropias de sus principales miembros. México está inmerso en uno de los momentos más difíciles de su historia a causa de que gran parte de sus sectores sociales han adquirido la particularidad de la búsqueda de la riqueza por métodos fuera de la ley, y en algunos casos mediante un brutal cinismo producto de la complicidad de muchos. Pocos son los casos en que los funcionarios públicos realizan actos fuera de la ley de forma individual, y ahora es común que los grupos delincuenciales que operan en las estructuras gubernamentales sean numerosos.