Sin Punto y Coma (Vladimir Galeana Solórzano)
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En México ha ocurrido un fenómeno singular: la desaparición de partidos políticos está a punto de hacerse una realidad, y hasta ahora nadie lo ha lamentado. Si bien es cierto que durante mucho tiempo salieron a la luz pública evidencias de la forma en que la corrupción se volvió la herramienta más preciada para el ejercicio político, también es cierto que muy poco se hizo al respecto, porque así convenía a una clase política partidista que menospreciaba a los mexicanos y obtenían grandes utilidades. 

Poco a poco los mexicanos nos hemos dado cuenta del engaño que nos construyó Andrés Manuel López Obrador para que lo eligiéramos Presidente de la Republica. Poco a poco hemos podido constatar aquello que muchos advirtieron y que a pesar de lanzar alertas constantemente nos volvimos insensibles porque pensamos que la Democracia Mexicana mostraría

Pese a la siembra de la esperanza que es el oficio más recurrente de Andrés Manuel López Obrador, por desgracia para este país no hay buenas noticias por el momento. Es más, la debacle está a la vuelta de la esquina por el manejo irresponsable que ha hecho el Presidente de la Republica del dinero que los mexicanos aportamos vía impuestos para el sostenimiento del gasto público y el hasta ahora ineficiente aparato burocrático. Para decirlo más claro, el desastre tiene nombre, y es el mismo de quien prefirió habitar un Palacio más acorde a sus ínfulas de prócer que una casa presidencial.  

Si de algo se puede acusar a Andrés Manuel López Obrador es que es un mago de los recursos económicos. Hasta ahora muy poco se ha investigado acerca de la presunta donación de la madre de Joaquín Guzmán Loera quizá porque resultaría demasiado evidente que el mayor narcotraficante del mundo haya contribuido a aportar dinero a la causa que durante muchos años mantuvo recorriendo el país para sembrar esa esperanza que hasta ahora se ha convertido en una tragedia. 

México tiene muchos problemas, y el mayor de todos sin lugar a dudas es Andrés Manuel López Obrador. Así de simple y sin ambages. Y no es que tenga un especial desafecto hacia el hombre que por ahora rige los destinos de más de ciento veinte millones de habitantes, lo que tengo es una brutal preocupación por lo que ocurrirá en los siguientes años con la profundización de la pobreza en todos los rincones del país como lo ha proyectado el populista de Palacio Nacional, y por desgracia pareciera que no existe nadie que pudiera detenerlo más que la sociedad civil organizada.

Por desgracia para este país no terminan los problemas. Hasta ahora los mexicanos nos hemos convertido en equilibristas del desasosiego a causa de los dislates presidenciales, pero sobre todo, de la forma en que Andrés Manuel López Obrador trata de minimizar las amenazas que se ciernen en torno a los hombres y mujeres de todas las latitudes del país por causa de sus desatinos mañaneros.